viernes, 8 de agosto de 2025

Cena de verano de la Asociación de Mujeres “La Llaná” en Restaurante Palacete María Rosa

 

Cena de verano de la Asociación de Mujeres “La Llaná” en Restaurante Palacete María Rosa                                                     


  
Una noche para compartir, recordar y celebrar.                                                                           


La noche del jueves 7 de agosto, el encantador jardín del Restaurante Palacete María Rosa, en Baños de la Encina, acogió la tradicional cena de verano de la Asociación Cultural de Mujeres “La Llaná”. Un grupo de socias se dio cita en este espacio tan especial, regentado por dos mujeres bañuscas, las hermanas Villarejo, para compartir una velada de encuentro, amistad y celebración.

Bajo la luz tenue, entre paredes de piedra y un ambiente cuidado al detalle, las asistentes disfrutaron de una cena exquisita, servida con mimo, en un entorno que invitaba a la conversación pausada y al disfrute. Fue una noche pensada para ellas, para dedicar tiempo a una misma, sin prisas, sin obligaciones, con el simple pero poderoso placer de compartir mesa y charla entre mujeres.


Un lugar con encanto propio, donde se respira historia y belleza.

Una noche para disfrutar, conversar y seguir fortaleciendo los lazos que nos unen

Mujeres con historia, con fuerza y con vida.  
Porque sigamos caminando juntas, haciendo grande esta asociación.

El verano se saborea mejor así.



Seguimos creando nuestros momentos

Uno de los momentos más entrañables de la velada fue el sorteo de tres regalos simbólicos, entregados por sorpresa, sin más motivo que el de reconocer el valor de cada una de las socias. Porque ser mujer, y estar en comunidad, ya es razón suficiente para merecer un detalle.


 Más que una cena, fue una afirmación de lo que significa pertenecer a un grupo que crece, se apoya y celebra. Porque cuando las mujeres se reúnen, no solo comparten comida: comparten vida.




"A veces, uno es quien sostiene la cámara, no solo en la mano, sino también en la vida. Captura sonrisas, encuadra momentos, cuida cada detalle... pero se olvida de sí mismo. Anoche, entre risas y brindis, fui el ojo que inmortalizaba, pero no el rostro que quedaba. 
Duele, porque el olvido cercano pesa más.
Pero también hubo una mirada atenta, desde otra mesa, que sí se dio cuenta. Que me invitó a existir en la foto.
Y eso, aunque pequeño, me recordó que a veces no todos miran, pero siempre habrá alguien que ve."



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